Y de todo, lo importante es el amor.

Es una frase que ese día quedó de manifiesto absolutamente.

Llovía, Alicia encontraba todos los días hermosos y solía sacar fotos a menudo pero entonces habia elegido acurrucarse contra el vidrio. 

Sentía el cuerpo cansado, no era nostálgica pero estaba medio ida mirando esa cortina gris que daba sentencia firme a la tarde de invierno. 

Los gatos no son amantes de trazar aventuras a la intemperie con esos climas, al menos este gato. Semi erguido sobre sus patas dobladas en la manta de Alicia, la observaba con los ojos chinos de siempre, en ese estado de inconsciencia en donde mantener los ojos cerrados les resulta tan placentero como inevitable, es como si viesen a través de vaya a saber qué poderes, porque rara vez los tenía abiertos y sin embargo normalmente tenía la posta de todo. 

Morocco notó mucho silencio en el espíritu de Alicia, se preguntó si su amiga extrañaba lo que alguna vez fue su hogar. ¿De donde venía Alicia? ¿Porque nunca hablaba de su familia? ¿Porque parecía estar siempre mudándose a sitios nuevos cuando los humanos que él conocía anclaban generalmente en uno? ¿Adónde iría? 

Alargó sus patas hasta las puntas de sus garras. Se incorporó con la parsimonia que lo caracterizaba y rumbeó al altillo, frenó su paso en la mitad de la escalera y maulló llamándola, pero ella estaba muy enfrascada en la ventana.

Pasados unos minutos Morocco ya arriba volvió a llamarla con tanta insistencia que Alicia acudió refunfuñando. 

• Mira!!! Un arcón para desempolvar… recuerdos. 
• Alicia: -Lo que faltaba! nada más aburrido que sentarse a ver lo que ya pasó! Si la memoria falla es para que te enfoques en el presente. 

Morocco pensó: vaya pesimismo! Y después me toca a mí limpiar esas energías! Sin embargo se guardó el comentario. 

Preguntó: -y para que elegiste ser fotógrafa? 

Alicia: -Para expresar, reflexionar, inspirarme e inspirar. Cuando congelas un instante y al tiempo le das una lectura inspira una conexión diferente. 

Mientras decía esto, tomó en sus manos lo que parecían ser unos negativos de rollo fotográfico en colores rosas y cianes.

Reconoció claramente a esa niñita y al perro.

Morocco: -nunca me contaste que habías tenido un perro! 

Alicia – Encantada si así fuese, pero es que no soy yo. Mi vida, tal como hoy la recuerdo, fué muy distinta. 

Esa niña se llama Catalina y el perro Ibáñez. Tomé esas fotos hace tiempo y ahora observaba ese amor tan genuino, y bueno, también observaba todo el amor que no pude vivir a esa edad. Incluso cuando fui creciendo, el amor se escondía la mayor parte del tiempo en un gran agujero.

Alicia empezó a largar un rollo, su voz sonaba densa, tal vez de tristeza?. 

Es cierto que tuve un perro pero no lo conocí ni disfruté de su compañía. La evolución de la especie hizo posible que hoy entendamos que los animales son seres que sienten, los consideremos familia, le damos un trato considerado y amable. Pero cuando la madurez, que nos permite tomar decisiones, no está, solo cuentas con un referente, tu cultura.

Con vergüenza y dolor en aumento, Alicia prosiguió: – se llamaba Argón, generalmente estaba atado a una columna o árbol contiguos a la puerta que daba a un jardín trasero. Le atendíamos agua y comida, mis padres le daban dos o tres paseos diarios por el jardín. 

Nunca aprendí a tratarlo, no recuerdo haberlo abrazado… Cuando creció alcanzó una altura tremenda y en un paseo arrastró por el piso a mi padre en una efusiva demostración de alegría y cariño. Mi padre se lastimó así que decidieron entregarlo a una familia del campo para que pudiese correr libre. 

En Alicia latía el arrepentimiento! No hacía falta que lo dijese en voz alta porque todo en ella lo expresaba limpiamente. En un intento de hacer las pases con Argón y con su propio corazón, Alicia tomó la botellita de tinta, la pluma, y dibujó en trazos rápidos un conejo en una imagen, en la otra dibujó un cervatillo, en la otra pintó unos pájaros alborotados. 

Y así, tal como el amistoso conejo que miraba por el rabillo del ojo al perro y a la niña, todos fueron cómplices en ese instante, todos fueron amigos de una fantasía de trote rápido y resplandores!

Toda la existencia y los tiempos unidos a través del amor y la imaginación en un instante mágico!

Alicia, Morocco, Katy, Ibáñez, los pájaros, el conejo, el cervatillo y en la memoria de Argón, sin culpables ni víctimas, solo cómplices y participes de una aventura de amor.